martes, 22 de diciembre de 2009

¿¡Que hay de nuevo viejo!?


          Pareceria que la célebre frase del Conejo de la Warner, viene como anillo al dedo a este gran momento del despertar de los trabajadores. Despertar en el mejor de los sentidos. Despertar del sueño setentista. Despertar y ser protagonistas. Es que la segunda parte del año se la pintaba como la vuelta de la derecha al poder, porque “a la izquierda del Gobierno, está la pared” decía un lenguasuelta desprevenido; obviamente, con el gobierno, nombraba a todos los que en su momento y en la actualidad, le sirven de bastón para sostenerse, los sindicalistas, que hace rato largo, no aparecen por su trabajo y no parecerían tener intenciones de largar el cómodo sillon ubicado en una oficina, o en su defecto, dejarlo por unas horas para aparecerse en alguna marcha diciendo “queremos escuelas públicas de calidad, para que haya escuelas privadas de calidad”; se olvidan esos dirigentes, -o lo ocultan, peor- que “lo privado” existe, porque lo sostiene lo público. ¿Acaso quieren hacernos creer que no es así? ¡Hipócritas! Les diría cualquier luchador honesto. Acá no queremos poner bomba a nadie, pero tampoco nos vamos a quedar cruzados de brazos; ya lo decíamos  en el “¿Qué es esto?” del mes pasado


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         Vamos a hacer política, está claro. Sin intenciones de hacer partidismo, eso también está claro. Hacemos política desde el momento en que decimos “no vamos a hacer política”, es el caso del peronismo cuyo lema “del trabajo a la casa, y de la casa al trabajo” es un resúmen de las intenciones que tenía y tuvo ese movimiento en el que por tantos años los trabajadores se vieron representados. Se ven representados. Pero, como deciamos antes, algo está pasando por abajo, esta como oculto aún. Y cuándo no, lo quieren ocultar, tapar, enterrar. Pero se ve que no pueden. Y no van a poder. Intentaron recientemente, con los trabajadores de Kraft y la brutal represión policiaca,avalado desde lo gubernamental y tambien desde lo sindical, cuando Moyano dijo “son de ultraizquierda” y Anibal “el que se lava las manos” Fernandez dijo “habría que tomar una decisión mas firme”. Y Scioli mandó la Policia. Alguien se preguntará “¿Y la conducción de la 'zurda loca' de la CTA?”, le responderan los propios trabajadores “la estamos esperando”. Cabe acotar que fueron a hacer una denuncia a la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que es como la CGT de Moyano, pero con nivel internacional. “Mas pro”, dirían los pibes...
         La cosa es que algo está pasando con los denominados burocratas sindicales (son aquellos que hace mucho mucho tiempo, viven del trabajo de otros), porque no pueden “contener” a los trabajadores, o porque se desafilian cada vez más (como en el caso del SUTEBA) o empiezan a organizarse por su cuenta (como en el SUBTE), o hechan a patadas a esos burocratas )como los trabajadores ceramistas, encabezados por los trabajadores de la fábrica “Zanon Bajo Control Obrero”-FaSinPat-). No es casual que nombremos a estos últimos, ya que recientemente, los dirigentes mas importantes del sindicato, han realizado algo historico, que los marca como fenomenales ejemplos de luchadores: volvieron a trabajar a la fábrica para ganarse el pan y dejaron los puestos sindicales, pero no para irse a descansar, sino para seguir peleandola, pero desde otro lugar. Ya, tiempo atrás, incluso el año pasado, en otras sectores menos conocidas hubo importantes luchas por su resultado y por la experiencia que dejó: la vidriera Pilkington (de parabrisas y vidrios de automoviles, la única del país), la papelea Indugraf, FP.
        Por su parte, los docentes hacen paros, mas allá de la decisión y la grave acusación de la dirección CELESTE, de ser “paros de derecha”, los paros para exigir un salario acorde a la inflación galopante. Está mas que claro, que los que son de derecha es esa conducción, que cada vez, expulsa mas trabajadores del sindicato, cada vez defiende menos sus intereses, y no tiene representatividad ni a nivel seccional, y a nivel provincial se la empieza a cuestionar. Las últimas elecciones a Consejeros Generales así lo demuestran:

En San Martín:
Lista 1 FGDB 31,95%
Lista 2 UyPD 14,89%
Lista 3 Multicolor 53,15%

Perdieron por el 21,2%, y el 67% los rechazó
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En Tres de Febrero:
Lista 1 FGDB 35,66%
Lista 2 UyPD 18,81%
Lista 3 Multicolor 45,52%

Perdieron por el 9,86%, y el 65% los rechazó
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A nivel provincial:


Lista 1 FGDB 52% Lista 2 UyPD 21% Lista 3 Multicolor 23%

Ganaron, pero en comparación a la anterior eleccion de mismas caracteristicas perdieron mas del 10% de los votos. Teniendo en cuenta que el FGDB, nuclea a 4 sindicatos, mientras que las otras listas, solo son del SUTEBA
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¿Y ahora que pasa?
Con todos estos datos objetivos de la realidad, sumado a la importante cantidad de jóvenes estudiantes secundarios y universitarios que comienzan a ser críticos, y cuestionan quizá con mas fundamentos que hace 10 años, dada el fácil y rápido acceso a la informacion, cuyo eje central está en la INTERNET, podemos preguntarnos lo que el grupo Punk “Los Violadores” hicieron canción “Y ahora que pasa, eh? (…) nos quieren trasnformar, no lo lograran”. Lo cierto es que, no sabemos que va a pasar, podemos si en cambio, apostar a que cada vez, haya mas participacion, que la apatia pierda, y gane la participacion. Que la critica, sea el principal elemento para lograr lo que tantos años lleva en curso, y pareceria que ya no es solo “piquete de desocupados”. Los cortes de ruta -que tanto molestan a la “gente bien”- son simpáticamente visto por otros trabajadores que son violentados en su trabajo cotidiano, al que tienen que concurrir “colgando del tren como racimos” a sus trabajos. Es por esto, que desde este espacio, vemos con mucha alegria todo ese sector que comienza a surgir, organizadamente con un horizonte claro, antiburocratico, antipatronal (sea del campo o de la ciudad) cuyo objetivo fundamental, es la eliminación de la explotación del hombre por el hombre. En este sentido, es la recientemente expropiada Ceramica Zanon-Fa.Sin.Pat, un ejemplo a seguir para nosotros, y para toda la clase obrera y la juventud explotada.

lunes, 21 de diciembre de 2009

¿A nueve pasos de la utopía?


Tengo dos recuerdos, últimamente. Uno, lejano y personal; otro, cercano y ajeno, artístico. Pero ambos se relacionan con el trabajo y la lucha, con el pensamiento y la concepción de la vida. El primero, lejano en el tiempo pero mío, refiere a un hombre que conocí hace muchos años, cuando era un muchacho. El hombre, añoso y arrugado como un árbol, tenía más años que el tiempo, guardaba para cada pliegue una anécdota. A mí, que me gustaba la discusión y me gustaba pelear como a cualquier pibe que es curioso, me encantaba charlar con el buen hombre, viejito y corvado, pero de buenas ideas para el debate y mejor gusto para el vino. Así, hablando entre mate y mate de las luchas obreras y los sindicatos (que yo conocía tangencialmente y mal), de paros y revueltas, de cortes y quites y mesas de diálogos y paritarias –supongamos-, el hombre me dijo estas pocas palabras: “mirá, pibe. Acá la cosa la caga Perón. Cuando nosotros estábamos metidos, la cosa era distinta. Muy distinta. Nada de charlar, nada de darle al patrón la posibilidad de convencernos. Nada. Nos aumentaban el tranvía 20 centavos, ¡pum!, bomba. Lo volvían a aumentar, ¡pum!, bomba. A la mierda, no aumentaban. Y el trabajador viajaba barato. Así, pibe, así se hacen las cosas”. Su sangre ácrata, su insurgencia constante, motivaba a cualquiera. Y, ante todo, su constante solidaridad con el trabajador, con el perseguido, con el desposeído, con el maltratado, con el desposeído. El otro recuerdo, cercano, artístico, refiere a la película “Los traidores” de Raimundo Gleyzer, en la cual narran el ascenso y caída de un pope del sindicalismo burocrático y cómo en el final del camino, cuando ya alcanzó su punto cúlmine, lo último que recuerda es el bienestar de sus pares y se amolda a la corrupción del poder, al “bien pensar” de la comunidad. “Éste sí que la hizo”, podría ser el pensamiento de cualquier pelma mediocre, de mente acotada y cegada por el dinero y lo material. “Ése” que la hizo, la hizo sobre la sangre de los hombres que realmente lucharon para conseguir un reconocimiento de la importancia, el valor y el peligro que representan los hombres comunes, obreros, trabajadores. Da asco ver cómo la base se realiza sobre los compañeros y luego, cuando el resorte los expulsa arriba, se desentienden de los que, abajo, sufren. “Es por el bien del sindicato, compañero”.  Esa frase es muy común entre quienes responden a los sindicatos tradicionales.  El Sindicato, esa familia de extraños y enormes brazos, de tentáculos incontenibles, laberínticos, que se pierden en los oscuros pasillos de los edificios públicos.  Esa estructura donde el hombre establece lazos que lo atan, que lo amarran, que lo comprometen. Esa estructura familiar que no permite al individuo ser per se, sino ser lo que deben ser o lo que se les pide que hagan.




¿No resulta, aun para las mentes menos brillantes,  una obviedad, un contradicho, siendo sindicato depender de la patronal –en su cuota sindical, en la “legalidad”, en lo que fuera…-? ¿Es un sindicato una secretaría del ministerio de trabajo?. ¿Necesariamente?. Perón la cagó, le decía el viejo a un muchacho. Y sí, en cierto punto, sí. Los prohijó, los acaparó, los anuló. No se puede negar, sensatamente, el valor que ese peronismo dio a los trabajadores y quizás, no hubo otro momento histórico donde los trabajadores tuvieron tantos privilegios y bondades (no los libertarios, no quienes tenían una idea a largo plazo,  un concepto por el cual se movían, no a los que pensaban que la historia se construye en la libertad y no en el mandato; pero al trabajador se lo benefició). Sindicato, hoy, es el punto de quiebre donde toda negociación se rompe. Pero los indicios, esos pequeños resquicios de luz que joden, que provocan, que hacen saltar la térmica de los jerarcas, hacen suponer que aún es posible pensar en sindicatos de trabajadores reales.  En individuos cuyo altruismo provoque, inevitablemente, el bien común y no el personal y/o patronal.  Quizás suene algo utópico y terminen siendo absorbidos por el establishment sindical. Pero siempre pienso en lo que Osvaldo Bayer dice; algo así como que el camino de la utopía es el único camino posible. Exactamente, cito: “… el único futuro posible está en la lucha por lo que se cree imposible, que es nada menos que poner de relieve la bondad del ser humano, que existe. Ponerse a caminar y aprender lo bueno de los revolucionarios y corregir sus equivocaciones. Eso es la utopía. Si logramos dar diez pasos de aproximación a ella, ya justificaremos nuestro viaje por la vida”.

¿Escuela? ¡¡¿Para qué?!! (II), por Germán Wladimirovich







                El primer número de “2-pala” fue conmocionante. Los lectores comenzaron a debatir y a criticar y, de alguna manera, aportaron sus ideas. A mí, caótico lector y pésimo escribiente, me había quedado la duda sobre un artículo de esa ediciónVer.http://2-pala.blogspot.com/2009/09/escuela-para-que-la-organizacion-de-las.html#comments
                Aquel artículo planteaba, desde el comienzo algunas ideas de combate. En referencia a la ONU, dice que “todos los adolescentes, sin importar sexo, credo, color, etnia, etc.; tienen derecho a recibir una educación para desarrollar sus capacidades creadoras, relacionarse con otros, y conocer su historia” “y si no está de acuerdo con ella, CAMBIARLA”... claro que esto último no lo dice, pero nosotros creemos que debería agregarlo.” Una idea absolutamente cierta. Creo en eso.  Pero esa idea, esencialmente, tiene algunos puntos conflictivos. Decir que los jóvenes deberían cambiar la institución escolar es un deseo de libertad y acción que manifiesta una enorme voluntad de cambio. Sin embargo, la realidad es un proceso y, como tal, no podemos considerarlo en estos términos. Es como suponer que, por generación espontánea, pudiera lograrse la paz y justicia mundial. La educación tiene que construirse y no son quienes la reciben los que están en condiciones de realizar el cambio. Justamente, porque para poder cambiar algo hay que conocerlo, hay que saber manejarlo, con los recursos técnicos, teóricos y personales que brinda, justamente, la educación. Digamos, para cambiar algo hay que conocer cómo lo hicieron otros. Sin educación (la formal, la que está, la que es), no podríamos cambiar la educación. No podría el hombre mejorar si no conoce al Hombre. No puede alguien desarrollar la cura de algún mal sin antes estudiar medicina. El resto es magia y la magia no existe, no es, el milagro es para los débiles para los que no creen en la fuerza del hombre y no son responsables de sus actos. El individuo debe valerse de sus propias herramientas para cambiar la realidad, para modificar la naturaleza de la forma que le resulte más conveniente a él y a toda la sociedad. Somos individuos que convivimos con otros y que debemos conocer al otro para lograr aquel principio de Confucio que reza “donde hay educación no hay distinción de clases”. Esto se logrará antes y mejor si, en lugar de cambiar espontáneamente la educación, la incorporamos, conocemos sus secretos y esencia, para luego, sí, fortalecidos por el Saber, provocamos el cambio, empezando por nosotros mismos. Si no sabemos quién o cómo “creó” la institución escolar, cuáles fueron sus principios, sus motivaciones, su contexto ¿cómo podríamos cambiarla?. Si dejamos que “ellos” vayan a la escuela sólo les dejaremos el camino libre para que se hagan más poderosos. Finalmente, digamos, entonces, junto al poeta alemán Wolfgan Goethe “podrían engendrarse hijos educados si lo estuvieran los padres”. ¿Cómo educar a alguien si no estamos educados nosotros?.
Toda institución es represiva. Más cuando hablamos de una institución conservadora y cerrada, herramienta del poder estatal, como es la escuela. El poder (el amo, en términos histórico-sociales) impone las normas de esa institución de acuerdo a sus fines e intereses. La historia nos ha enseñado claramente esto. El imperio romano, luego de la sangre y las armas, imponía sus academias; la conquista española, trajo espadas y cruces, en ese orden; la generación del ´80 creó una educación elitista, pensada para los futuros gobernantes en términos economicistas y europeizantes. Todas esas escuelas fueron pensadas con objetivos estrictos y específicos. Los noventa nos destrozó la escuela técnica, porque el trabajo productivo no era su objetivo primario, naturalmente. La falta de exigencia y el ablandamiento fueron una manera de debilitar el principio de esfuerzo y trabajo que rige en todo proceso (educativo, científico, revolucionario, político, económico, sentimental…). La mejor manera de liberarse es aprender aquello que nos oprime, sin ese conocimiento, sólo lograremos el choque y el golpe de la fuerza represiva. Ante ese golpe resistiremos pero no lograremos modificarlo porque las fuerzas del estado represor siempre serán consensuadas por la realidad, aceptadas por la mayoría. Hacerse flexible para no romperse, para no quebrar. Y la educación formal, la que nos imponen, guarda los secretos más valiosos para comenzar ese proceso. La información tapa la información. Es difícil procesar todo el saber que hoy tenemos, porque no tenemos las herramientas necesarias del conocimiento base. No podremos, creo, conocer la historia si no la estudiamos.
Creo que sí, que esta escuela, conformada por personas como el autor de la nota tiene posibilidades de transformarse en una entidad que tenga valía social, que permita mejorar al hombre como individuo en su inevitable función social. El individuo es parte de una sociedad que se constituye a partir de una historia que es obligación conocer. Y es responsabilidad de cada uno educarse en esa sociedad, conocerla, saber sus enigmas para poder cuestionarla en los términos que esa sociedad le plantea, para poder, finalmente, dar el salto al gran cambio necesario que traiga el bien común. Ése, creo, es el primer paso a la utopía.
No puede el hombre suponer la posibilidad del cambio si no conoce que existe esa posibilidad; no puede el hombre cambiar la escuela (ni nada del mundo material) en su soledad arbitraria. Suponer que podemos modificar la realidad según nuestro capricho es magia, es milagro. Entender eso es crear un mundo de seres caprichosos que en su libre albedrío creen que radica su libertad. Y la libertad es responsabilidad, es esfuerzo y memoria. No aprender es olvidar y no podemos permitir, bajo ningún punto de vista, el olvido. Nuestra historia no nos perdonaría ese acto de cobardía.
 En el debate abierto surgen los mejores aprendizajes. Si no hubiéramos aprendido, amigo, no podríamos discutir. Si alguien, en algún momento, no nos hubiera enseñando algo no podríamos discutirlo. Cambiemos la escuela aprendiendo mucho más de ella. Cambiemos la realidad tomando todo lo que ella es, pero, para eso, aprendamos que no somos más que un engranaje del gran sistema que nos obliga a aprender que no somos tan omnipotentes para suponer que nuestro deseo es el único que conviene. Destruir la infamia, el milagro y al tirano es el principio que guía la libertad, saber que somos capaces es el inicio de la marcha. El proceso es largo, agotador, lleno de piedras que intentan hacernos creer que lo fácil es lo válido. Pero el cambio es un proceso en marcha, mientras alguien piense que se puede cambiar. 

martes, 27 de octubre de 2009

¿Qué es esto?

Es la gran pregunta, que nuestros lectores nos hicieron cuando salimos a la calle. Y, más o menos, le explicábamos, así de improvisto. Aún hoy, nos siguen preguntando: ¿Quiénes son? ¿Qué quieren? ¿Para qué se gastan?.
                Frente a tantas preguntas, nos vimos en la NECESIDAD/OBLIGACIÓN de escribir las respuestas a tantos interrogantes. Escribirlas para no tener que estar explicando a cada uno, y para que cada uno de los lectores, tenga la posibilidad de leer, re-leer y opinar acerca de lo que pensamos, decimos y hacemos.
                Básicamente somos un grupo de repodridos, cansados y molestos escribas que nos propo-nemos cansar, molestar y evidenciar las miserias de una sociedad que, de seguir con este rumbo, va a terminar por autodestruirse, porque busca cada vez más, la “autosalvación” a costas de - si el fin lo requiere- pisarle la cabeza al más pequeño, o hambriento y “boludo” de sus pares. Decimos repodridos,  cansados y molestos escribas, pero no solamente de ver como unos cagan a otros, sino de ver y escuchar a todos aquellos que dicen “todo es una mierda”, “todo esta perdido”, “esto no cambia mas”, “todos cagan a todos, ¿por qué yo no?” ... y, por fin, el remate de todos estos dichos “¿Y QUE QUERÉS QUE HAGA?”. Nosotros QUEREMOS HACER ALGO, y en principio es DECIR aquello que pensamos, y, de esa forma, creemos comenzar con posibles propuestas a soluciones, porque mien-tras haya uno que piense así, significa que puede haber otros. Es decir  NO TODO está perdido, NO TODOS son iguales.
                Si, 2 Pala. No es mucho, pero es algo. Palas para cavar; para buscar. Palas para correr montañas de obstáculos, para mover. Palas para hacer. 2 Pala, para trabajar. 2, es un inicio de algo en conjunto. ¿Queremos ser siempre 2? Claro que no, depende un poco de nosotros, y otro poco de los otros. Otra vez el 2, nosotros y otros.
                ¿Qué nos queda entonces? Seguir, escu-char, pero también plantar. Algo para lo cual, la Pala es fundamental. Podés entonces disentir, podés discutir, podés opinar. Podrán querer tapar-nos con un camión de estiércol, pero más temprano que tarde, nos destaparemos, porque tenemos Pala. 2 Pala, incansables, tosudas. Toscas. Troscas. Ácratas. Siempres dispuestas a hacer para los que más difícil la tienen, 2 palas para dar pelea. Que pueden llegar a multiplicarse para hacer más, para discutir más. Eso es lo que somos, y que dia a dia intentamos ser y hacer.
                Así es que, a todos aquellos que quieran sumarse, ¡Vamos! ¡Y que la 2-pen! Y a todos aquellos que quieran tapar, taparnos, mandarnos a quién sabe dónde, le decimos: VOS, 2-PALA! 

Apología de los exabruptos de Prometeo. 
Por Karl Gustav Wilckens.



   Entre la euforia y el relax de haber clasificado para el mundial de fútbol de 2010, en Sudáfrica, en un agónico triunfo ante Uruguay por 0-1, los hombres de la selección nacional desataron sus poéticas versiones del apoyo mediático a su campaña. Sí, fue desastrosa, eso no lo puede negar nadie. Pero más desastroso fue el sistemático ensañamiento con su DT, Diego Armando Maradona, y muchos jugadores.  Basta revisar los diarios y  los programas –no sólo deportivos, sino de cualquier género donde pu-diera aparecer la actualidad- para ver la notable asiduidad con la que se lo culpaba al crack de todos los males del conjunto naci-onal. Repito, sí, fue un desastre, pero. Maradona, gústenos o no, siempre ha sido un hombre que hizo lo que quiso, sin detenerse a pensar en lo que los demás pensarían o dirían de él. Siempre se le permitió todo; siempre pudo todo. ¿Qué podrían pretender a-hora, estos estúpidos jueces de moralidad que salen a rasgarse las vestiduras por las malas palabras que propinó Diego Maradona?. Y así como siempre ejerció su irreprimible furia verbal, también su enorme capacidad creativa para la mágica gambeta, el zurdazo feliz, la gloriosa inventiva, la infinita velocidad de pensamiento y el desborde absoluto, aquello que lo hizo único ante los ojos del mundo. Ese hombre no puede ser contenido. Y lo sabemos. Nadie pudo contener su gambeta. Ni su llanto. Ni sus adicciones. Ni su afecto. Ni, sobre todo, su palabra. Esa palabra dura, violenta, grave, provocadora. Esa marca de Maradona. Esa nota dionisíaca de romper con lo impuesto por el poder social como “bueno”, esa incorrec-ción política, es lo que provoca esta apología de sus dichos. La palabra como patada al pecho, la palabra como violencia conte-nida, la palabra que le mueve la estantería a los bien  pensantes, a los que no se juegan, a los soberbios intolerantes.  Maradona fue como el Prometeo que le sacó a los dioses de la idea, de la palabra, a los periodistas, su fuego sagrado, la palabra provocadora, chocante, no pensada, no reflexiva.
Maradona no dijo lo que todos oímos que dijo. Dijo, en realidad, que la crítica que les hicieron excedió el sentido común, que trascendió la realidad y que se transformaron vulgares rumores en verdades absolu-tas y tremendistas que fueron transmitidas a una sociedad de necios que sólo repite la información de los medios, enciclopédicamente, sin interpre-tación ni valoración intelectual, y que, esos mismos medios, utilizan cualquier situación para sus propios intereses económicos y políticos (no olvi-demos el apoyo ferviente de Maradona a la ley de medios, habiendo sido, quizás, uno de los primeros que, públicamente, expresó su apoyo). Esos mismos medios que hoy lo bastardean, fueron los que criticaron a Juan Román Riquelme y nunca reconocieron el gesto del DT. Esos mismos medios, que se horrorizan por las palabras soeces y vulgares, son los mismos que las repiten hasta el hartazgo, condenándolas pero exponiéndolas, y que bombardean al público, en cualquier horario, con mujeres relegadas a un segundo plano (económicamente, esclavas, sombra del hombre; sexualmente, humilladas, rebajadas a objetos y sencillamente, humilladas), con homosexuales expuestos como fenómenos, juzgados y humillados; con pobres como productores de todos los males sociales -y no producto de ellos-; con jóvenes, acusados y perseguidos...  Esos medios son los que uno defiende cuando denosta aquello que dijo Maradona.
Sí, quizás la forma no sea aceptable, pero creo que a quien está dirigido el improperio y la forma en que fue expresado, no está mal.

De las luchas obreras y la dignidad.


Por Nivangio Donisvere




Se oye en todos lados el reclamo del hombre común, el buen cristiano padre de familia que desea su progreso personal para el bien de su familia, que reclama a gritos: "protestódromo ya, señor Macri". Y, desde la barricada, los anarco-troskos tira piedras libertarias les gritan la frase del peronista: "para hacer una tortilla, hay que romper los huevos".
Toda protesta, originalmente, es una exposición pública, una declaración a la sociedad, la transmisión de nuestras ideas. Y para que tal origen semántico se cumpla, se debe aplicar un principio fundamental del discuro aristotélico, el exordio, que se utiliza para llamar la atención del auditorio. Alguien pregunta  "¿les hubieran dado bola a los despedidos?". No, respon-do. Olvídense, nadie. No, a los trabajadores no se les da la entidad de seres humanos y los echan por pedir quince días de profilaxis por la Gripe Porcina A.  Los paros de algunos gremios son de efecto inmediato (y trágico); los de otros, sólo se manipulan para dar vuelta el discurso. Los Camioneros, si paran , detienen el país y se les da lo que quieran. Los docentes, si paran, son unos vagos hijos de puta –pero responsables de la educación de los hijos de la sociedad…-, se les da 40 pesos en negro. Imaginate a unos galletiteros que piden nadie sabe muy bien qué, pero seguro es algo más digno de lo que el común de la sociedad no sabe ni reclamar, y, encima, les cortan el paso a la gente de zona norte que, tomándose un café en esas tazas grandotas con tapa que usaba Hadad, a esa gente que no puede llegar a sus oficinas. Y a mucha gente más, claro, a otros obreros, claro (pero seguro que el trabajador no se queja de un corte de trabajadores, y, si queja, que se joda, por carnero, empleado chupamedia de don Carlos).
El piquete es válido, justamente, por el quilombo que genera. La protesta es un ejercicio cívico a la que la sociedad debería acostumbrarse, no a soportar, sino a ejercer. Si todos hiciéramos oir nuestro reclamo cada vez que hay algo que no es justo, si la CGT no fuera ese nido de sospechosos y fuera una verdadera Central Obrera, si el paro general no fuera una utopía, lograríamos, de verdad, tener un control sobre la actividad de los políticos. El número hace la fuerza, muchachos. O los huevos, como la gebte de Terrabusi. Lástima que cuando son pocos, todo cuesta más y hay que alargar la lucha. Pero, ¿cuánta de la gente que se quejan de los cortes tienen las suficientes pelotas para bancarse una protesta así, si les pasara lo mismo?. No, ninguno; cobran dos mangos, no tienen vacaciones, licencia médica, el más mínimo respeto por su propia dignidad y una nula concepción del concepto político de sociedad… claro, exagero un poco, pero que ninguno tienen la menor conciencia de solidaridad social, porque mientras puedan hundir a alguien –compañero, cliente, paciente, lo que sea- entienden que está bien y que si te estafan sos un pescado, es decir, se creen la gran cosa, cuando son esbirros del poder, esclavos gerenciales de los poderosos de turno, prostitutas del dinero y el supuesto poder que creen tener cuando les dicen que son empleados del mes, pobre gente de escasos recursos reflexivos. El trabajador –no el que se cree gerente, aunque sea data entry- suele no tener mucho más coraje por que suele no querer ser como su patrón; la patronal y los trabajadores se distancian, porque el obrero se sabe, orgullosamente, obrero. No quiere sentarse en el (sillón del) gerente. Por eso, le chupa un huevo lo que piense el jefe, no le lame las botas y le reclama. Como corresponde, bah. Cuando vos sos un arrastrado y lo único que te interesa es tu bienestar personal y satisfacer tus necesidades, te vas a dejar culear de parado por tu gerente con tal que te invite a almorzar con sus colegas garcas. Porque estar en contra del trabajador es estar a favor de las patronales corporativas. Y sonará marxista-trosquista-guevarista, pero no me interesa en lo más mínimo. Es así. Por eso el gobierno nacional –y su acólito provincial-, sólo enviaron policías para dentro de la fábrica. Los policías que fueron “apalea-dos” por trabajadores que tenían terribles y contundentes piedras, mientras ellos, la fuerza de seguridad, con cascos, escudos, chalecos antibala, botas con punta de acero, caballos, macanas, esposas, re-glamentarias, gases lacrimógenos, camperones, anteojeras, aman-salocos, balas de goma y de las otras, pobres e indefensos, intenta-ban imponer el orden. Los activistas de Terrabusi (nunca hablan de Kraft, para no ensuciar, ¿vio?), agreden a oficiales de policía”, dicen los medios que mira esa gente.
Los piquetes son válidos. Sino pregúntenle a Clorín y a todos los mogos que salieron a cacerolear por el campo, mirá cómo le fue al campo por piquetear en las rutas nacionales. Mirá nomás… ¿Sabés qué pasa? Miguel de Unamuno lo dice en el prólogo de “Abel Sánchez”. “Toda esa apestosa enemiga de los neutros, de los hombres de sus casas, contra los políticos, ¿qué es sino envidia? ¿De dónde nació la vieja inquisición, hoy rediviva?”, es decir, sabés por qué la clase media apoya a los garcas del campo, a Clorín y a todo aquél que aún arruinándole la vida a alguien sea rico y poderoso… por envidia. ¿Qué haría el comerciante, el pequeño profesional, si fuera diputado? ¿Sería honesto y lucharía por el pueblo? ¡Ni en pedo! Sería el más corrupto, transero y conservador de todos, cosa de que nadie los joda para seguir en la fiesta. No me jodan. Esa clase media chota que se queja de los piquetes y quiere meter bala, son lo mismo que los políticos que tanto odian. Por eso aborrecen al trabajador que se niega a ser, como ellos, esclavos. Un poco de dignidad. Eso es lo que demuestran los trabajadores de Kraft. Porque les chupa un huevo los patrones yanquis, el sindicato de Daer, Vilma Ripoll, los auto-movilistas… Dignidad. Y sí, cortan la ruta. ¿Y?.  Ellos se quedan sin trabajo; nosotros llegamos tarde. Cuando, en el menemato, sucedía lo mismo, a todos nos chupaba un huevo… ¡aun a los despedidos que se compraban un autito para remís  o un parripollo…! Y así que-damos. Solos, desnudos y manoseados.
Y sí, los piquetes son válidos. Porque molestan a la pelma. Y los clasemedia meten presión a los grupos, porque consumen y son la “opinión pública”… ¿Alguien piensa que si la comunidad, en su conjunto, no metiera algún tipo de presión, a los señores políticos les interesaría, a los piratas gerentes de las multinacionales les importaría?, ¡si ellos los rajaron, qué carajo les importa!… Pero yo tengo una solución a los piquetes. El único momento donde la gente va a dejar de cortar calles para que los vean, es cuando la gente los vea sin que sea necesario reclamarlo. Porque el problema es ver al otro. Los trabajadores están pidiendo a la sociedad que los mire, que les dé una mano. Cuando la gente, ese cuerpo social concreto, mire un poco más al que necesita, y aunque sea sólo apoye al que necesita, al menos que no se le ponga en contra. Así, y solo así, cuando el aborrecimiento caiga sobre el que comete la injusticia, y no sobre la víctima, sólo ahí, se acabará el asunto. Mientras tanto, la clase media se queja –que es lo único que hace-; el trostkysmo se pelea con el justicialismo social –que se olvida de los trabajadores cuando es necesario-, los medios se limpian la sangre con un discurso de batalla y una estética de muerte… y los trabajadores siguen solos cagados de bronca, rabiosos, impotentes, algo hambreados… pero dignos.

De la “Dignidad de los nadies” a la Dignidad de los trabajadores.

                Es largamente conocido que hace unos meses, el “caos de tránsito” dictado por los medios de difusión, habría que traducirlo en “trabajadores desocupados, en protesta, cortando calles y autopistas”. Parecía que el mundo se acababa. Pero a la vez, podía percibirse que algo más se ocultaba detrás y que nadie contaba. O muy pocos. Caos de tránsito, a secas, si decir nada más, suena a algo inexistente que lo produce. Esa inexistencia podría decirse que es “Nadie”.
                Creemos desde estas páginas, que no fue así. Y nos proponemos explicar, que hay algo más que “caos de tránsito”, mucho más importante inclusive, si hacer alusión a que había personas que no querían perder su puesto de trabajo, ¡oh casualidad!, justo cuando a nivel mundial existe una crisis financiera.
¿Que pasó?
Resulta que en medio de una emergencia sanitaria dictada por el gobierno nacional, cuando en pleno auge estaba la gripe H1N1 (Gripe A o Porcina); un grupo de trabajadores y trabajadoras, solicitó a una empresa de alimentos que le diera licencia a algunos trabajadores que estaban contagiados y a un grupo de trabajadoras que son madre, por representar un “grupo de riesgo”. La empresa en donde trabajaban era la de galletitas, fideos y otros productos alimenticios (KRAFT, ex Terrabusi). Dicha empresa cuyo dueño es la segunda persona más rica del mundo, y es estadounidense, se negó a dar licencia a esos trabajadores y trabajadoras, y no sólo eso, sino que a esos que protestaron porque no les dieron las licencias obligatorias por ley, los echaron. Aquí comienza el gran conflicto. Los compañeros trabajadores no aceptaron esto, y haciendo efectiva la solidaridad de compañero de trabajo, pararon la producción de la fábrica. Esto les valió nuevos despidos por ser solidarios, pero el compañerismo fue más fuerte, y se sumaron más y más y más... ¡Cuántos deberían aprender de ellos!, ¿no?.

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Por estos hechos se dieron los cortes, ya que el organismo gubernamental que debe defender a los trabajadores -el Ministerio de Trabajo- hizo nada por ellos y, encima, los medios de difusión “independientes”, tampoco informaban de la situación. Fue por esto, que los trabajadores rodeados de organizaciones políticas, estudiantiles, sociales y de derechos humanos, realizaron los cortes que los medios de difusión informaban como “caos de tránsito”. Así, pudieron hacer oír su voz, así era la única forma que les quedaba. Ellos, luchando por sus derechos en la calle, nadie mas ni mejor para defenderse que los propios trabajadores organizados. Así fué que dejaron de ser “nadies” para la sociedad, y pasaron a ser Trabajadores. Dignos trabajadores, herederos de aquellos que toman en sus manos la defensa de sus derechos. Trabajadores dignos, que empiezan a surgir, y que será dificil que los censuren.
La pelea hoy.
Llegan al día de hoy estos trabajadores, con muchas triunfos y algunas derrotas. Triunfaron porque pudieron reincorporar a más de 70 trabajadores y a su Comisión Interna, ganándole así una pulseada a la empresa, a un sindicalismo que defiende a la empresa y no a los trabajadores y a un gobierno nacional y provincial que es cómplice por sus silencios y por mandar a reprimir con la gendarmeria y la policia bonaerense y dejar que la fábrica se transforme en un centro de detención de trabajadores.

                   Triunfaron porque rompieron el silencio cómplice de los medios. Triunfaron porque se ganaron el respeto de ser dignos. También tienen algunas derrotas, la primera es la firma de un acta por parte de un sector de la Comision Interna, que aceptaba 50 despedidos y no poder hacer asambleas, acciones directas ni nada, por 60 días. Sin dudas, un grave error y un duro traspié, sumado a que, aparentemente, habrían ido en contra de lo decidido por la mayoria de los trabajadores.
                A pesar de esto, el gran triunfo fue (o, mejor dicho, es), que los trabajadores de Kraft, ex Terrabusi, demostraron al conjunto de la clase trabajadora argentina, que la única pelea que se pierde, es la que se abandona. Demostraron la tremenda fuerza que tienen los trabajadores cuando deciden un objetivo, como los trabajadores de la Fábrica Zanon Bajo Control Obrero. Hace una década, estaban sin trabajo, hoy por su lucha, tienen una fábrica en funcionamiento hace 9 años. Y ahora se proponen disputar en todos lados, formando una organización a nivel nacional, que pueda pelear verdaderamente por los derechos de los trabajadores. Un ejemplo a seguir, y a apoyar.
¡Salud, Proletarios!

martes, 29 de septiembre de 2009


"La noche de los lápices", de César López Claro (1995)


La noche de los lápices…  
Por Paolo Schicchi






El 16 de septiembre de 1976, 10 estudiantes secundarios de la Escuela Normal Nro 3 de la Plata, fueron secuestrados tras participar en una campaña que solicitaba por el boleto estudiantil. Todos tenían entre 14 y 17 años. El operativo fue realizado por el Batallón 601 del servicio de Inteligencia del ejército y la Policía de la Provincia de Buenos Aires, dirigida en ese entonces por el general Ramón Camps, que calificó al suceso como "accionar subversivo en las Escuelas".  Este hecho luctuoso de la historia argentina, recordamos esta noche
El tiempo ha pasado. La democracia nos ha devuelto la paz y la seguridad de que nuestras acciones y reclamos no serán acalladas sin justicia. No serán aquellos que nos deban proteger quienes actúen como delincuentes.  Ahora sabemos que podemos quejarnos, reclamar y solicitar ante las autoridades sin que ese reclamo caiga en saco roto. Naturalmente, con todas sus imperfecciones, la democracia es la forma de gobierno que más nos acerca a la libertad.
Pero debemos recordar a aquellos adolescentes que fueron secuestrados ilegal e ilegítimamente por or-den de los gobernantes de turno. Debemos pensar en su compromiso con la causa que abrazaron. Lealmente, va-lientemente, inteligentemente. Debemos pensar cuántos de nosotros, cuántos de ustedes, jóvenes hijos de la li-bertad democrática, están dispuestos a abrazar una causa por la cual no recibirán ningún beneficio inmediato. ¿Cuántos son capaces de morir por lo que creen?. ¿Cuántos tienen ideales para morir por ellos?.
Porque no es casual que aquella espantosa dictadura haya puesto toda su atención, especialmente, en la juventud. Porque sabían que ellos serían los gobernantes del futuro, serían quienes provocarían un mundo mejor. O, al menos, distinto al que ellos querían. Un mundo donde la democracia, la justicia, la libertad, el honor y la honestidad fueran los que gobernaran. Los jóvenes, que son quienes promueven siempre la libertad y la justicia, aunque estén equivocados, a veces.  No pesó para los crueles déspotas del dinero y la violencia que fueran casi niños. No. Les pesó más el miedo. Porque ellos, los torturadores, los represores, tenían más miedo que los jóvenes. Los jóvenes suelen ser rebeldes y contestatarios por naturaleza. Ellos, los dueños del miedo, no; ellos quieren que el miedo inunde a todos. Contra los chicos y chicas, porque ellos representaban los ideales de justicia y libertad, de honor e igualdad. Ellos, los asesinos de la inteligencia, los silenciosos, tenían miedo de unos chiquitos de no más de 17. Y los mataron, los arrancaron de sus vidas y los torturaron hasta matarlos. Un acto de tremenda cobardía y vergüenza.
Pero ¿qué aprendimos de ellos?. Quizás no aprendimos de aquellos quienes abrazaron con coraje un ideal, más allá de sus ideas, más allá de ideologías. No hemos tenido, quienes son y quienes hemos sido jóvenes, no hemos tenido el coraje y el valor para pelear por lo que creemos justo. Nos quedamos en la queja vana e inútil. Abrazamos la idiotización de los medios de comunicación y despreciamos el conocimiento. Escapamos de nuestras responsabilidades, de nuestras obligaciones. Creemos que “aprovechar el hoy” es hacer lo que queremos y no lo que debemos, para que nuestro futuro sea mejor.





Y así ganaron aquellos asesinos quienes quisieron que creyéramos que no había futuro. Los tortu-radores que querían que no pensáramos. Así, lamentablemente, pareciera que ganaron con la falta de reflexión que aqueja a toda nuestra sociedad.
Sin embargo, acá, en la escuela, no podemos pensar que ya no queda ninguna esperanza. Nosotros, somos quienes debemos revertir aquello que sembraron los dictadores en los setentas, respondiendo a oscuros intereses. El compromiso es de todos. La responsabilidad es de todos.  Pero, especialmente, de ustedes, jóvenes. De no jugar el juego de los que pretenden que todo vaya mal. De los propulsores del caos.  Por la memoria de nuestros muertos, por la injusticia que vivieron y viven muchos pibes hoy. 
Los medios y los desaparecidos.  Por Nivangio Donisvere.




Estoy con un amigo”. Eso fue lo último que le dijo Luciano Nahuel Arruga a su madre Mónica antes de salir de su casa del barrio 12 de Octubre en Lomas del Mirador. Cuatro horas después, desapareció. Desde el 31 de enero pasado no hay rastros de él. La familia apunta al destacamento policial de Lomas del Mirador: se basan en el accionar policial porque un testigo que estuvo detenido el mismo día de la desaparición de Luciano dijo haberlo visto en la comisaría de la zona “con muchos golpes y muy mal. Lo golpearon hasta matarlo”. Vanesa Arruga sostiene que su hermano era constantemente perseguido por la policía que “siempre lo paraba en la calle por portación de cara, lo maltrataban y agredían verbal y físicamente”.







En la madrugada del sábado 31 de enero, Luciano fue a visitar a Oscar, un amigo del barrio. Al llegar a la puerta tocó timbre, pero cuando Oscar fue a atender Luciano ya no estaba en la vereda. “Hay vecinos que lo escucharon gritar ‘no quiero agarrar eso, no es mío’”, dijo su hermana Vanesa Orieta.”
El 28 de febrero Luciano cumplió 17 años. Vivía en una casilla humilde de Lomas del Mirador con su madre y dos hermanos: Mario, de 13, y Mauro, de 10 años. A la tarde se juntaba con los amigos. Según su hermana “no estaba metido en ningún quilombo”. Había decidido arrancar la secundaria. En una pierna se había tatuado el nombre de su hermana, “Vane”, y en el brazo izquierdo la letra “M”, de mamá.  Éste es el extracto de la muy completa nota que el diario “Crítica digital” publicó el 26 de marzo de este año.


Pero Luciano no salió en ningún cartel en un patrullero. A Luciano no se lo recuerda diariamente. A Luciano no lo persiguen por cuestiones políticas.  A Luciano -como a Walter Bulacios, como a Miguel Bru, como a Maximiliano Kosteki y a Darío Santillán, como a Carlos Fuentealba- lo mató un perverso sistema de injusticias manejado por aque-llos que, justamente, deben administrar la justicia.
A Luciano, como a tantos otros, lo desapareció la policía bonaerense –la propia familia dice que no tiene esperanzas de encontrarlo vivo, pero nos gustaría tener esa esperanza-. En el mismo artículo, dice: “Si se confirma que Luciano estuvo detenido en la comisaría estamos ante un caso parecido al de Miguel Bru (un estudiante de periodismo de 23 años desaparecido en 1993, que murió torturado en    una comisaría platense según se probó en un juicio oral y público). Luciano era menor y no podían tenerlo detenido. Pasa muchas veces que a la policía se le va la mano y luego hacen desaparecer el cuerpo”, dijo Pablo Pimentel, abogado de la familia Arruga y miembro de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) de La Matanza. Ese destacamento -sospechado muchas veces, defendido otras tantas- pedido por los buenos vecinos para cuidar sus casas de otros pibes, quizás, como Luciano.
Porque nadie puede valorar si un asesinato es más o menos justo. Todos son injustos y dolorosos. Recordemos otro joven asesinado por una organización ilegal, delincuencial, como fue el caso de Axel Blumberg. Y recordemos cuántas veces oímos y vimos y sentimos el dolor terrible de un hombre herido en la figura de su padre, reclamando por justicia y recordemos la insistencia de los todopoderosos medios de comunicación al difundir y reiterar y abusar de ese dolor y esa injusticia. Y sí, hubo justicia, pero muchos interesados política y económicamente se colgaron del dolor pensando en sus propios beneficios. No en el bien común.
Pero Luciano es un pibe pobre. Un desclasado. Una pesada carga, como es cualquier pibe pobre que no tiene oportunidades, para el poder político y económico, porque les marca lo que hacen mal, porque es un cachetazo en la cara de los corruptos y miserables que no piensan en el bien común. De los que hunden a los pibes, a todos los pibes en la más profunda de las miserias, la pobreza humana y la ignorancia moral. Uno de esos chicos que, como dice la canción, “son bombas pequeñitas”, a punto de estallar, usados, manipulados, abusados por las mafias enquistadas en el poder –político, policial, judicial-, para satisfacer sus nefastos intereses.   
Pobre Luciano, ser pobre.
Pobres pibes, ser pibes...
Del lenguaje, los jóvenes y la creatividad muerta.




Al leer un texto similar a este: “i bueno oy me toko postearte a vos sos mucho maaaraaaaaaaaaa sos muchoooo sos lo maaaaaas sos mi mejor amiiiiigaa anteanoche kuando te vi p primera ves tirada en el piso en estado inconsiente con la botella de bodka al lado pence esta miiina es loo maaas aunke kuando rekobraste el konosimiento lo primero q hisiste fue morderme el tobillo lomismo pence sos mucho maaaraaaa te kerrée por siieempreee amiiigaaaaa siiempre voi a llevar en miii la marka de tus dientees bueno no ce q mas desir”, un amigo me decía: “Qué alucinante! Cómo me gustaría poder escribir así, y lo digo muy en serio. "sos mucho maaaraaaa", "amiiigaaaaa siiempre voi a llevar en miii la marka de tus dientees", qué cosa linda. Está bárbara la forma de acentuar las palabras mediante la incontinencia vocálica , sale tan fluida. De hecho, la regla es precisa y se sigue casi a rajatabla, con perfecta coherencia, se acentúan sobre todo los nombres propios, vocativos, adjetivos o adverbios relacionados con estos (o algo así, el caso es que no están puestas azarosamente, sino que se eligen de forma bastante precisa las palabras que se quieren acentuar, respetando por completo la semántica de texto) :P.” . Las palabras de mi amigo, naturalmente, tenían una visión distorsionada de lo que sucede en este hecho comunicativo.









Sí, es cierto, hay una frescura poética que más de un profesional del verso desearía, una expresividad excepcional y mágica, hasta lo fabuloso. Es el texto de la joven un escrito profundamente expresivo, instintivamente comunicativo.  Pero, el mayor problema de este texto es, justamente, su mayor virtud. El hecho de que es “natural” e “instintivo”, sin embargo, es su mayor contradicción.
El lenguaje no debe ser instintivo. :P no es mejor que una palabra. Es divertido, pero lo divertido no es lo mejor. El mayor beneficio del lenguaje es su capacidad para transmitir conceptos, ideas complejas o complejizadas, con las más variadas posibilidades expresivas. El lenguaje permite transmitir sensaciones e ideas, música y teorías. Con matices y sutilezas que embellecen y clarifican los conceptos. Y, a su vez, permite también romper normas, establecer vanguardias, modificar lo establecido, revolucionar las ideas y la expresividad. Miles de poetas a lo largo de la historia provocaron cambios enormes en la forma de entender y mostrar su realidad, su mundo, rompiendo las reglas de la escritura, entendiendo que ésa era su forma de que el otro, el lector viera que el mundo no era, necesariamente, como le decían los agentes del poder o las voces unificadas de la masa.
El problema de ese código utilizado en el texto que asombró a mi amigo, es que no tiene la intención del poeta. No busca quebrar nada, no juega con el lenguaje. Es el código del que no sabe usar el lenguaje y se “queda sin palabras”, entonces recurre –como los cavernícolas-, a dibujitos, a onomatopeyas -como los monos-. No hay intención de quebrar las normas del discurso preestablecido, ni siquiera intención de transformarlo. No hay intención de nada, quizás y eso es lo grave. Cuando no hay intención, no hay reflexión, por lo tanto, no hay idea. Cuando esto es así, hay riesgo de ser manipulado. Y ese riesgo, ciertamente, siempre se cumple.
Repito, “:)”no es mejor que dos o tres palabras. La celeridad de una sociedad que se apura para no pensar en su inutilidad y su vacío, provoca que los códigos lingüísticos, el respeto por las normas, la valoración de la belleza de la palabra y la concentración para reflexionar sobre lo escrito, pasen a ser elementos sin valor, o desvalorados.
Vaciar de contenido, de ideas, a nuestro lenguaje, provoca que nosotros como enunciadores, como individuos pensantes, también nos vaciemos. El lenguaje es nuestro mundo, nuestra capacidad para comprender y reflexionar sobre la realidad. Cualquier cosa que atente contra eso, será un perjuicio gravísimo para todo el conjunto social, porque individuos que no saben comunicarse, son fácilmente manipulables.


Arre.